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lunes, 6 de agosto de 2012

Carlos Miranda con plena autoridad de experto en hidrocarburos nos muestra "la madre del cordero" de la corrupción una planta de ferlizantes para obtener mejores rendimientos de coca por hectárea cultivada, se desentienden de lo demás


Los escándalos de corrupción y presunta corrupción detectada en YPFB Corporación, han capturado la atención de la ciudadanía.
Se anuncia el establecer y exigir una boleta bancaria de anticorrupción y leyes que podrían impedir excesos de YPFB que deriven en corrupción.
Los fiscales que están investigando el tema, se han reunido para acelerar la investigación.
YPFB ha destituido y logrado la reclusión penitenciaria de personal importante que estaba a cargo de la contratación de obras y compañías para la construcción de la planta de Río Grande.  Pocos dudan que no existan malos manejos y corrupción en la ejecución de ese proyecto.
Esta percepción llega más allá de nuestras fronteras.  La prestigiosa CNN le ha dedicado muchos de sus valiosos minutos de transmisión para informar e indagar sobre el tema.
Mientras todo esto ocurre, la construcción contratada continúa como si nada hubiera pasado.  Estamos incubando un pleito muy grande para el futuro.
Pero YPFB Corporación no deja de asombrarnos.  En estos días ha revelado la adquisición de 83 hectáreas de terreno en el Chapare para una futura planta de fertilizantes nitrogenados (amoniaco y urea), con una capacidad de producción de un millón de toneladas anuales.  YPFB, no precisa más de 15 a 20 hectáreas de terreno.  Esto es comprobable. Comparemos con plantas y producciones similares en el resto del mundo.
Esta adquisición nos hace recuerdo a las primeras declaraciones del ex – gerente de plantas de gas que es la figura central de todo este embrollo de corrupción.  Este ex - gerente indicaba que el accidente de tránsito en el Chapare, del cual se origina toda la investigación, sucedió cuando estaba con la tarea de seleccionar un área para la planta de fertilizantes.  Debía efectuar una primera selección e informar directamente al Presidente de YPFB, el cual obtendría la aprobación del Presidente del Estado Plurinacional para realizar la operación.
Por dignidad nacional tratemos de salvar la figura del Primer Mandatario. Un presidente no es experto en áreas para plantas, para eso están los expertos de las empresas.
Lo que sí se requerirá una labor policiaca, costosa y conflictiva para evitar que 60 hectáreas baldías de propiedad estatal, no sean ocupadas por campesinos para sembrar coca.
Si bien el tamaño del área es irritante, el problema mayor es la construcción de esa planta sin tener mercado para su producción.  El consumo nacional no alcanza al 5% de la capacidad.  Eso significa que se debe exportar el 95%.  Sacar esa producción del Chapare para llegar a mercados de exportación es casi una labor imposible y su costo hará que la urea boliviana no sea competitiva.
Toda esta situación tiene las características de un desastre nacional.  Como están las cosas, estamos a rumbo a la construcción de un elefante blanco que costará algo más de 1.000 millones de dólares.
Por tanto, mantengamos la cabeza fría y tratemos de salir de esta situación.  Primero aceleremos la investigación y apliquemos las sanciones de la Ley anticorrupción.  Segundo hagamos un alto en el camino, revisemos el proyecto de fertilizantes, obtengamos mercados y después elijamos la mejor ubicación.  En 1974 Brasil  se comprometió a la compra de 200.000 toneladas anuales de fertilizantes nitrogenados bolivianos, mediante un tratado que está vigente. Puerto Suárez es obviamente la mejor ubicación.  Perdió la siderurgia, pero puede tener fertilizantes.
Finalmente, armémonos de paciencia y valor porque inevitablemente seremos presa del sarcasmo de los que nos quieren poco y que son muchos.  Se dirá que en las olimpiadas del vicio hemos logrado medalla de oro en la producción de cocaína pero sólo la de plata en el cultivo de la coca.  Pero que en las próximas también obtendremos esa medalla de oro.  Por eso estamos por construir una planta de fertilizantes en el Chapare y mejores rendimientos de coca por hectárea cultivada.