Vistas de página en total

domingo, 19 de agosto de 2012

Francisco Zeratti quién fuera ministro de Hidrocarburos de Mesa, reconoce que por una vez YPFB estuvo acertado en los negocios con Argentina, lo cual sucede sólo de vez en cuando.


En medio de una gestión errática, escándalos de corrupción y sombras en los procesos de adquisiciones, el contrato “interrumpible” de YPFB con Enarsa, representa un logro destacable.
Argentina ha sido el primer comprador de gas boliviano, desde el año 1972 hasta 1999. Esos ingresos, entre otras cosas, evitaron que el país cayera en la vorágine abierta por la hiperinflación, allá por los años 80. Posteriormente, durante el gobierno de Carlos Mesa, ante el fracaso del proyecto Pacific LNG, se reanudaron las exportaciones de gas a la Argentina, cuyas reservas empezaban a mermar. El contrato provisional fue ampliado y consolidado mediante un nuevo contrato, YPFB-Enarsa del 19 de octubre de 2006, una vez que, con la suscripción de los contratos de operación, el Estado boliviano lograba reencauzar las deterioradas relaciones de YPFB con las empresas petroleras.
El nuevo contrato tenía una virtud y un defecto. La virtud era la fórmula del precio, anclada al precio del diésel, o sea directamente al barril del petróleo. De ese modo, en cuanto los precios de ese commodity comenzaron a subir, proporcionalmente también lo hicieron los ingresos de YPFB. El defecto consistía en que YPFB se comprometió a vender volúmenes de gas que no podía producir, incumpliendo el contrato. Afortunadamente la ambigüedad de algunas cláusulas evitaba aplicar penalidades, pero creaba desconfianza en torno a la seriedad de YPFB de honrar acuerdos contractuales. En consecuencia, Argentina empezó a buscar alternativas (LNG) y a postergar las obras previstas en el mencionado contrato, como la construcción del Gasoducto del NorEste Argentino (GNEA).
Para evitar un fracaso cantado, el 26 de mayo de 2010 se suscribió una Adenda al contrato YPFB-Enarsa, mediante la cual se reprogramaban los volúmenes a entregarse y se establecían penalidades por incumplimiento.
Sin embargo, al tiempo que YPFB incrementaba la producción hasta 53 MMm3/d, gracias al desarrollo de los campos Margarita y Sábalo, surgía un nuevo problema. Brasil, que estaba demandando hasta 31 MMm3/d, empezó a disminuir sus compras, dizque por estar camino a la autosuficiencia gasífera, aunque sin incumplir la obligación convenida de comprar un promedio mensual de 24 MMm3/d. El problema para YPFB es que debe reducir, casi un 20 por ciento, la producción con pérdidas económicas y complicaciones técnicas en los pozos.
En este caso la reacción de YPFB, aunque tardía, ha sido la correcta: vender el excedente a la Argentina sin compromiso de continuidad de entrega. Es lo que se ha llamado “contrato interrumpible”, debido a que depende de la disponibilidad del gas que Brasil no demanda y la aceptación de la Argentina de comprar esos excedentes. La única limitación es la capacidad del gasoducto que transporta el gas de Bolivia a la Argentina, 16 MMm3/d, lo que significa sólo 2,5 MMm3/d adicionales, con su corolario de valioso petróleo condensado (gasolinas y GLP).
Dos elementos más permiten calificar este nuevo contrato como positivo: el precio del gas, que es el mismo que estipula el contrato YPFB-Enarsa, y las garantías, casi leoninas, exigidas por YPFB para que Enarsa cumpla con los pagos.
Lo más relevante es que se está logrando convertir el mercado argentino en un mercado “cautivo” del gas boliviano, ganándole la mano al LNG de ultramar, por lo menos mientras nuestro cliente, mediante su YPF nacionalizado, no logre la anhelada soberanía gasífera.
Por lo tanto, capacidad no falta en YPFB para hacer bien las cosas. ¡Lástima que eso suceda sólo de vez en cuando!