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domingo, 10 de marzo de 2013

Susana Seleme se luce al tratar de príncipes y principitos en el caso Terrorismo Uno y describir a "Soza en su laberinto" brillante


De príncipes y principitos

Hay príncipes que se conforman con ser temidos y por eso persiguen, reprimen y hasta matan a sus opositores sentenciaba, Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe” -1513- tratado de teoría política para la Italia de su tiempo, vigente hasta hoy.
Ese Príncipe, “Si es necesario, ha de ser cruel para ser eficaz; ha de ser más bien temido que amado. Si es necesario, el príncipe puede quebrantar la palabra y los tratados, cuando sea útil. Debe aparentar mansedumbre, fidelidad y piedad. Lo mejor es tener un ánimo dispuesto a girar según los vientos y variaciones de la fortuna”.
Cinco siglos después, las ideas contenidas en El Príncipe siguen vivas, pues es un compendio de realismo y pragmatismo político: la acción política no se puede basar en lo que debería ser, sino en lo que es, en lo real y efectivo. “Me ha parecido más conveniente buscar la efectiva verdad de las cosas, que no la imaginación de ellas”, decía Maquiavelo.
Hay otros Príncipes que además de ser temidos, quieren ser amados, lo que exige mayor trabajo de seducción, de práctica basada en la prebenda, el regalo o la dádiva interesada para tener satisfechos y sumisos a los adherentes. Esa labor que tiene tantos años de vida como la historia de las luchas por el poder, requiere hoy una permanente labor de propaganda política y lavado de cerebro colectivo. Para ser amados, ya sea el Príncipe del que hablaba Maquiavelo, el ‘príncipe moderno’ o el líder político, se necesita casi siempre, una cualidad carismática, seductora, basada en un magnetismo político emocional no racional que ejerce el líder sobre la masa. El carisma se adereza con manipulación de conciencias y promesas de ‘vivir bien’ sobre la base de una demagogia populista, que cubren con un velo cuasi impenetrable la realidad.
El presidente Evo Morales calza perfectamente en esos prototipos de príncipes. 500 años después, lo llamaría ‘principito’, con minúscula y sin relación alguna con el excelso “Principito” de Saint Exupery. Morales responde a ese tipo de líderes y caudillos autoritarios, autócratas, demagogos, populistas con impulsos totalitarios, que ejercitan como política de Estado el castigo ejemplarizador real o simbólico, o no respetan tratados, como el firmado con Chile en 1904, tras la Guerra del Pacífico.
Esas connotaciones personales de Morales y algunos de sus conmilitones explican al tortuoso caso de terrorismo-separatismo* inventado contra Santa Cruz y su gente, en abierta violación al derecho a pensar diferente: frente al centralismo sin concesiones, aquí se exigía autonomía. Se trata de un proceso cuajado de infamia, espurios testimonios, manipulación y sembrado de falsas pruebas. Su objetivo: “quitarle al alma a los k´haras” cruceños -blancos, mestizos, clases medias y empresariales- diría el ‘Vice’, para “destruirlos, minar su autoestima, humillarlos, infravalorarlos, maltratarlos económicamente, apropiarse de sus bienes y quitarles sus referentes socio-culturales”.

El fiscal Sosa en su laberinto

El que a hierro mata, a hierro muere, dicen, y esa es la primera conclusión que se extrae de la grabación presentada por la senadora de la oposición, Carmen Eva González, donde se oye una conversación de alto voltaje político: el fiscal Marcelo Sosa desgrana los nombres de los estrategas del complot terrorista contra la dirigencia cívico-política autonomista de Santa Cruz.
Nombra al presidente Evo Morales, al ‘Vice’, al invisible hermano del ‘Vice’, a ministros, viceministros, abogados, jueces y fiscales sumisos al poder político, además de inescrupulosos extorsionadores. La gravedad de lo dicho por Sosa no admite dudas: “Se cae este caso y se cae Evo”.
Se trata del ‘caso Rozsa’ y no es para menos, pues el operativo en el Hotel Las Américas, el 16 de abril de 2009, fue una ejecución extrajudicial llevada a cabo por un comando de elite encubierto de la policía, que dejó tres ajusticiados del grupo de Eduardo Rozsa, incluido él mismo, aventurero húngaro-boliviano infiltrado por el gobierno en las filas autonomistas.
Solo la ausencia de Morales –de duelo en Caracas por la muerte de su mentor Hugo Chávez- impidió que se diera curso a la orden de aprensión en contra de Sosa, dictada por el ministro Carlos Romero, pero rechazada por el ‘Vice’ García Linera y la ministra Nardi Suxo, según trascendidos de Palacio de Gobierno. Más temprano que tarde, el fiscal General del Estado, Ramiro Guerrero, afirmó que “No corresponde hacer ninguna suspensión ni separación por ahora” y ratificó que Marcelo Soza continuará al frente del ‘caso’ que se encuentra en pleno juicio, mientras se realicen las investigaciones a la grabación de marras.
El fiscal Sosa, por su parte, niega el contenido de la misma, pero no niega que sea su voz. Quizás ya sabe que hay pericias que la confirman. Así queda comprobado lo que las 39 víctimas, sus familias y amigos, supimos desde un principio: ‘el caso Rozsa’ es un impúdico juicio político con carátula judicial de terrorismo, que solo practicaron los hombres del gobierno.
Hoy se sabe que quien colocó la bomba en la casa del Cardenal Julio Terrazas, que da origen al juicio de terrorismo, fue “Luis Clavijo, un agente del Ministerio de Gobierno que se encontraba infiltrado en el grupo de Rozsa, junto al capitán Walter Andrade”, según afirma el ex testigo clave, Ignacio Villa Vargas, el Viejo. Ellos también son los autores materiales del sumario asesinato a Rozsa y dos miembros de su equipo.
A pesar de tanto esfuerzo, no han logrado ‘robarles alma’: han resistido con paciencia de Job las violaciones a sus DDHH, porque se saben inocentes y víctimas de un juicio político a todas luces que los priva hace cuatro años de libertad, les impone el extrañamiento de su tierra, desde el exilio; la negación a la presunción de inocencia, al juez natural, entre otras injurias. Algunos empresarios sí se han dejado robar ‘parte’ de su alma por pragmáticos intereses económicos.
El ahora acusado fiscal Sosa dice que aquella grabación es una conspiración en su contra y actúa como fiera herida, abre juicio contra la senadora denunciante, y llama ‘sinvergüenzas’ a los imputados a quienes atribuye la supuesta conspiración. Sin embargo, a ellos les niega el derecho a un juicio justo y trasparente.
A casi 4 años de iniciado, el caso Rozsa-Sosa hace aguas y el gobierno se hunde en el laberinto del fiscal Sosa, que es su propio laberinto, porque “La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio", como ya dijera Cicerón, hace más un milenio, ya sea por gestión de emperadores, príncipes o caudillos.
*En la audiencia conclusiva del caso, trasladado a Santa Cruz, después de estar itinerante casi cuatro años, el periodista Roberto Navia (www.eldia.com.bo. 03.8.13) relata algunos pormenores de ella, antes de que se suspenda por otros 10 días. Los Abogados defensores de los 39 imputados pidieron al juez paceño Sixto Fernández terminar con el período de incidentes y excepciones y abrir de una vez el juicio oral “para demostrar que el supuesto caso terrorismo fue un montaje para neutralizar y perseguir a los líderes opositores de Santa Cruz. A Eduardo Rózsa lo trajo a Bolivia un venezolano de apellido Osorio que le pagó los pasajes desde Europa con la finalidad de hacer pisar el palito a algunos ingenuos”, dijo el jurista Otto Ritter y agregó que tiene pruebas. “Quien organizó todo fue el actual vicepresidente Álvaro García por medio de su hermano Raúl” afirmó. “Rózsa empezó a extorsionar a algunos cruceños, añadió, asegurando que organizaría un ejército para defender Santa Cruz y cuando el Gobierno vio que el caso se le estaba yendo de las manos mandó matar al cabecilla de la supuesta red subversiva, en el hotel Las Américas”.