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viernes, 31 de mayo de 2013

Emilio Martínez nos trae el caso del "Ostreicher español" empresario español víctima de la extorsión y también recluído en Palmasola. regresó sin dinero y enfermo. hay otros...

Llama mucho la atención la conducta contradictoria del gobierno de Evo Morales que, mientras habla de atraer inversión privada, simultáneamente permite la existencia de redes de extorsión que someten a virtual secuestro judicial a empresarios extranjeros que se atreven a crear fuentes de trabajo en Bolivia.
El caso más emblemático es el de Jacob Ostreicher, empresario judío-americano que de la noche a la mañana se vio encarcelado por un clan extorsivo conformado por asesores jurídicos de varios ministerios, grupo que además se encargó de volatilizar sus inversiones.
Sin embargo, este no sería el único caso, sino apenas la punta del iceberg en un sinfín de abusos cometidos contra emprendedores llegados de otras latitudes.
Una de las tantas víctimas es Julio Picazo (foto), a quien podríamos denominar “el Ostreicher español”. Un empresario del marisco del País Vasco que llegó a Bolivia para organizar la exportación de trucha asalmonada del lago Titicaca hacia Europa, y terminó en manos de la red de extorsión.
Su caso fue puesto sobre el tapete en un reportaje de la conocida revista ibérica Interviú, donde se da cuenta de su reclusión por un año “en una cárcel boliviana sin acusación formal ni juicio”.
“Los recuerdos del pabellón cinco de la cárcel de Palmasola (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) se le agolpan en la garganta a Julio Picazo Aguirrebengoa (Bilbao, 1969) como si quisieran salir todos a la vez para desaparecer por fin. Por eso se le atropellan las palabras a este empresario del marisco que viajó hace un año a Bolivia para expandir su negocio y cayó en una red de extorsión orquestada desde el Ministerio de Gobierno boliviano. De momento, siete personas han sido detenidas, entre ellas, la fiscal antidrogas que encarceló a Picazo”, señala el artículo.
La nota añade que “Este empresario vasco pasó todo el año 2012 encarcelado en una de las prisiones más conflictivas de Iberoamérica, donde la supervivencia es cuestión de dinero: los reclusos han de pagar por la comida, el colchón y la asistencia médica. La tragedia la lleva Julio Picazo marcada en el rostro: mirada asustada y ausente y esa expresión de quien ha salvado la vida milagrosamente tras convivir con la muerte y aún no se lo cree”.
Felizmente, Picazo regresó a España el pasado 28 de diciembre. Pero su caso es un testimonio más sobre la existencia de una maquinaria de corrupción que, además de atropellar los derechos humanos, desincentiva la llegada de Inversión Extranjera Directa a Bolivia.
Un aparato infernal encargado de apresar y extorsionar a dos, tres, cien Ostreicher…
notishots@gmail.com