NUEVO ACOSO VENGATIVO
Después de casi doce años de administración masista, pareciera que el mayor
reproche que se le hace -y se le hará- es que vía la postrada
asamblea nacional, han destruido absolutamente hasta el último vestigio del
concepto de justicia. Envueltos en un supuesto manto revolucionario, han puesto
a la administración de justicia, en la última de las categorías del Estado.
Todos saben, que sin justicia, no hay Nación. En las anteriores elecciones -inéditas
según dicen- como si "inédito"
fuera sinónimo de bueno, ya la ciudadanía percibió que lo único que pretendieron
mediante el voto, fue que legitimásemos una de las más aberrantes y abyectas
políticas de un gobierno de clara inclinación autocrática.
Desde su punto de vista, la judicialización de la política y el manejo
indiscriminado de los operadores por ellos puestos, es la mejor garantía para
mantener a raya a los dirigentes políticos opositores. Y si encima, difuminan
sus verdaderas intenciones amparándose en una supuesta "voluntad
popular", están hechos. Tener una justicia de todo menos independiente, es la joya de la corona de la total
dependencia de los poderes. La Asamblea, está -en virtud de sus dos tercios- más
allá de cualquier sospecha. No existió en esta década, ni existirá en el futuro
inmediato, un solo, ni uno siquiera, que se animara a desafiar el dominio del
ejecutivo, que como esos dragones mitológicos, en un destructor de varias
cabezas. De ese modo, no hay movimiento
que les escape de control, ni sujeto alguno que tenga autonomía de pensamiento,
menos de acción.
Pero como no hay inventor que no se joda con su invento, esa primera
"elección" de magistrados resultó ser tan, pero tan mala, y no porque
no fueran sumisos y obedientes, sino porque resultaron ser tan ineficientes,
que ni a ellos les sirvió. Ha sido hasta divertido, ver como uno que otro, se
disparaba con una decisión judicial fuera de libreto Y henos aquí embarcados en
una nueva "inédita" elección popular y otra vez, están haciendo
malabarismos para renovar incondicionales aunque esta vez con la esperanza de
que resulten algo mejor que los anteriores, lo que en lenguaje oficialista equivale a que sean más
inteligentes sin osar salirse de la raya.
La expresión de preocupación de la presidente de Diputados por la falta de
postulantes, resulta graciosa. Aparentemente
se ha agotado la camada en el criadero. Pareciera que ya no hay abogados
aspirantes a magistrados, que reúnan las condiciones exigidas, pero sobre todo,
que sean probados incondicionales. Porque está claro que los "otros"
que con seguridad patearían el tablero de la férrea disciplina partidaria, no
se arriesgan a ser no solo rechazados, sino y lo que sería peor, a ser etiquetados
como obsecuentes masistas. La Universidad, ya se ha dado cuenta, que su
intervención en el proceso de pre-selección, pretende hacerlos ejercer el papel
de tontos útiles y la susceptibilidad va en aumento. Nadie quiere meter las
manos a la bolsa de carbón.
Son varios los profesionales que todos sabemos podrían cambiar la cara a la
justicia en el país. Pero es mejor ni mencionarlos, porque es como marcarlos
con una gran X en la frente. Todos los partidos de oposición, deben tener al
menos un par de personajes valiosos para el Tribunal Constitucional o la Corte
Suprema. Y la opositora ciudadanía igualmente. Pero al igual que con potenciales
candidatos a terciar en las elecciones
generales de 2019, es mejor ni sugerirlos, porque equivale al beso de la
muerte. De tal modo que no hay opción. Y
nuevamente veremos desfilar una serie de personajes con cero experiencia, peor
formación y tristes currículos pero con gran ansiedad de representar un papel
estelar para el que no están preparados.
Tan es así, que se repetirá la prohibición de organizar debates o presentaciones
públicas de ningún tipo para no arriesgar que la prensa los desnude en su
mediocridad. Pero, el fin justifica los medios.
De estas maneras de gobernar sometiendo al poder judicial al máximo es
Venezuela el gran ejemplo de cómo llegar a extremos. Solo recuerda a los regímenes estalinistas,
nazis o comunistas, al someter a los civiles ante un tribunal militar como si fuesen
prisioneros de guerra. Es que el problema con estos gobiernos populistas, es
que no miden las consecuencias de sus actos en el afán de mantener su poder omnímodo y garantizarse la
indispensable impunidad. El Estado de
Derecho, la observancia de la Constitución, el debido proceso o cualquiera de
las normas que rigen los países en serio, son exactamente lo contrario al fin
que persiguen. Con que "sus" jueces y fiscales sean lo suficientemente
capaces de fraguar procesos infames de
inocultable persecución política, justifica cualquier esfuerzo.
Este sombrío panorama, es el caldo de cultivo propicio para sumar al narcotráfico
y a fuerzas irregulares a la estructura
gubernamental. El caos que ocasiona la
falta de justicia, es el cuadro decadente perfecto para que los carroñeros hagan
un festín con los despojos de un país. Claro que hay países y países. Y los
bolivianos, pareciera, no son muy
afectos a dejarse rapiñar.
Karen Arauz
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