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viernes, 14 de marzo de 2014

"el más alto tribunal de justicia" para el Penoco está en el Palacio Quemado que ha condenado por corrupción y delincuencia a Marcelo, "su niño mimado" caído en desgracia.

El exfiscal Marcelo Soza acaba de ser sentenciado por el más "alto tribunal de justicia" del país bajo las acusaciones de corrupción y delincuencia y como corresponde en un régimen donde semejantes determinaciones se adoptan en el Palacio Quemado, desde allí debería decretarse la nulidad de todas las acciones del funcionario, declarado "prófugo" por las mismas instancias.

 En consecuencia, dicha magistratura, que frecuentemente ejecuta juicios sumarios, debería ordenar también el apresamiento de todos los cómplices de aquel "delincuente" refugiado en Brasil; de todos aquellos que colaboraron con Soza, que le dieron recursos y que le ayudaron a cometer los delitos de los que ahora se lo acusa. Esto que parece el guión de una película, donde el verdugo se convierte en el perseguido de aquel que le proporcionó la guillotina, nos hace recordar aquel individuo que se propuso andar por el mundo en busca del origen del mal. 

Recorrió ríos y montañas, praderas y selvas, senderos peligrosos y pantanos llenos de alimañas amenazantes hasta que se topó con un pequeño surco en medio del bosque y al llegar hasta el final se topó con un espejo. Algunos están convencidos que ese camino es irreversible en este caso.

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