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jueves, 19 de diciembre de 2013

muertos por acoso judicial: José María Bakovic, Guillermo Fortún, Fernando Kieffer víctimas de la retardación de Justicia. en los hechos condenados por Evo Morales a una muerte lenta pero seguro. le esperaba igual destino a Jacob Ostreicher?

Para el atribulado e inocente Jacob Ostreicher, inocente hasta que el Gobierno del presidente Evo Morales demuestre fehaciente y creíblemente lo contrario, fugar del país como lo han hecho cientos de bolivianos se ha convertido en la única opción, frente a la feroz e insondable maquinaria deshuesadora en que se ha convertido el sistema de justicia en Bolivia.
Debe quedar claro, para los pocos encandilados que aún quedan dentro y fuera del país, que Jacob, el ingenuo judío quien vino a invertir la friolera de 20 a 30 millones de dólares en Bolivia, creyendo que podía hacer negocios, prosperar y confiar en la justicia boliviana, estuvo preso por más de un año y medio en la cárcel de Palmasola, precioso nombre para una crónica hollywoodense. En aquel pintoresco y cavernario reclusorio recientemente murieron más de 30 detenidos en una confusa disputa por el control mafioso del territorio y autoridad en el interior de la penitenciaría. La mayor parte de los muertos de aquella masacre no tenían sentencia judicial, como Jacob.
Bichasdei Hashem Jacob Ostreicher conoció el degradante depósito humano de Palmasola, gracias a la legendaria retardación de justicia en Bolivia y a una tenebrosa banda de abogados cuyas relaciones de obediencia y ejecución llegan hasta altas esferas del poder político y que hoy también se encuentran padeciendo en el mismo abismo donde conducían a sus víctimas. No solo fue la cárcel ni el solitario arresto domiciliario por varios meses que indujeron a Jacob a buscar la fuga del país como su salvación, sino la incertidumbre de un sistema judicial tan incierto y cuestionable como la peor pesadilla de Franz Kafka. Ostreicher prefirió correr el simple riesgo de la fuga antes de morir en el inútil intento de demostrar su inocencia en los laberintos de la justicia ordinaria.
Varios bolivianos, a los cuales cabe recordar como Fernando Kieffer, Guillermo Fortún o José María Bakovic, murieron en el intento de pelear por su nombre e inocencia, de cáncer o un infarto al corazón, con acusaciones judiciales y sin que el Estado, con toda su espesa burocracia, pudiera concluir un solo juicio o demostrar las acusaciones formuladas.

Jacob está libre y sin que nada se lo impida, podrá contar su verdad a todo el que quiera oírlo, acerca del vía crucis que vivió en Bolivia. Su testimonio contado en EEUU, Europa o Argentina podría romper el delgado cristal de credibilidad que todavía rodea a este embuste denominado proceso de cambio o socialismo del siglo XXI. (Carlos Cordero en El Deber de SC)

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