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miércoles, 16 de abril de 2014

El Dia no ahorra adjetivos "Cinco Años de Infamia" es lo que Evo ha hecho vivir a Santa Cruz y al país desde la masacre de Las Américas. verguenza de estar en el poder, de llamarse "proceso de cambio". de páginas negras, plan macabro para destruir "a un enemigo ocasional". ha quedado desbordado sin atisbo de decencia la deshonestidad de un Régimen perverso y corrupto.

Que la justicia siempre ha sido manipulada; que la corrupción es un mal endémico en Bolivia; que la política es lo más parecido a un club de forajidos; que el Estado no es sinónimo de servicio sino simple acumulación de poder, de dinero e influencias. Eso lo sabíamos antes del 2005, pero nunca como en los últimos cinco años para constatar hasta dónde puede haber llegado la degradación de la función pública, cuando la ambición por el poder se vuelve desmedida. Nunca como en este periodo para que los bolivianos nos demos cuenta que nuestro país necesita cambiar.

Estamos hablando de los cinco años transcurridos desde que comenzó a escribirse una de las páginas más negras de la historia de Bolivia. Desde aquella madrugada del 16 de abril de 2009, cuando los más altos niveles de la política, la Policía y la justicia, perpetraron un plan macabro, que más allá de constituirse en una estrategia militar para destruir a un enemigo ocasional, ha llegado a ser el proceso de destrucción del tejido institucional más letal que se haya ejecutado en el país.

En estos cinco años, nuestra cuestionada justicia pasó a convertirse en un mero instrumento de control político que ha sustituido a los matones, los esbirros y los campos de concentración de las dictaduras. Los jueces, los fiscales, los tribunales soy hoy en día simples herramientas que alimentan el apetito de poder de un grupo de inescrupulosos y aventureros que están convencidos de que en Bolivia se está refundando algo, cuando en realidad se ha estado conduciendo a la nación al despeñadero de la ilegalidad, el delito y las mafias organizadas.

Teníamos una Policía con problemas y con muchos desafíos. Pero hoy, esos retos consistentes en superar la corrupción y recobrar la credibilidad de la gente han sido tirados por la borda, pues nuestros uniformados son meros peones del matonaje que actúa con capuchas y en las oscuranas, como vulgares asaltantes, cumpliendo órdenes de funcionarios que son capaces de hacer cualquier cosa por mantener el puesto.

Sabíamos que la política tenía que cambiar; que nuestros líderes no supieron conducir con sabiduría la democracia y las instituciones que debían forma y sentido al Estado. Pero nunca hemos visto una generación de dirigentes tan bien organizados para extorsionar, para lucrar con el crimen y hacer de la persecución y el hostigamiento una suerte de juego articulado por delincuentes confesos, chantajistas de la peor calaña y sujetos que recibieron carta blanca para cometer fechorías que han dejado perplejos a todos.

El caso Rózsa ha sido útil para el Gobierno en la desmovilización de toda una región y para mantener prácticamente secuestrados a sus dirigentes. Pero el precio ha sido muy alto, no para el régimen, que a lo mejor siempre tuvo oscuras intenciones, sino para todo un país que hoy contempla cómo el sistema judicial ha empeorado, pues no se puede hallar en él ni un solo atisbo de decencia y honestidad que permita ver la luz al final del túnel. Este proceso sañudo y pringado de todos los vicios que se podían imaginar, ha servicio sin embargo, para desnudar a la cúpula del poder, sus falsos discursos, los métodos que usan y los objetivos que  buscan.
En estos cinco años, nuestra cuestionada justicia pasó a convertirse en un mero instrumento de control político que ha sustituido a los matones, los esbirros y los campos de concentración de las dictaduras. Los jueces, los fiscales, los tribunales soy hoy en día simples herramientas que alimentan el apetito de poder de un grupo de inescrupulosos y aventureros que están convencidos de que en Bolivia se está refundando algo, cuando en realidad se ha estado conduciendo a la nación al despeñadero de la ilegalidad, el delito y las mafias organizadas.

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