Bolivia ante el reto del Bitcoin

El tema de las monedas virtuales --entre las que se destaca el Bitcoin-- no es nada simple. Por eso, son cada vez mayores los esfuerzos que se hacen para abordar el asunto con la seriedad que merece.

Una serie de noticias relacionadas con el desmantelamiento de más de una red delictiva que había estafado cuantiosas sumas de dinero a muchas personas en La Paz, Santa Cruz y otras ciudades de nuestro país, han llamado la atención sobre el uso del dinero electrónico, especialmente el Bitcoin, el más importante signo monetario virtual.

Cuando el tema salió a la luz pública, lo hizo desde las páginas policiales e incluso de las secciones de crónica roja. Todo comenzó cuando se informó sobre unos operativos policiales que condujeron a la detención de 60 personas en Santa Cruz, acusadas del delito de estafa perpetrado mediante la aplicación de la famosa fórmula de la pirámide de Ponzi para captar dinero de personas incautas para invertir en diamantes y en la moneda virtual Bitcoin.

La dimensión policial del escándalo aumentó cuando se informó que decenas de personas que habrían sido víctimas de esa estafa piramidal saquearon las oficinas de la empresa Bitcoin Cash, le prendieron fuego y secuestraron al padre del que habría sido autor intelectual del engaño.

El asunto podía haber quedado como uno más entre otros casos similares en los que personas ingenuas, mal informadas o demasiado ambiciosas son presa fácil de organizaciones dedicadas a montar estafas a gran escala. Pero eso no ocurrió en esta oportunidad porque se introdujo un elemento novedoso. Es que el medio a través del que se engañó a la gente no era uno convencional sino el Bitcoin, una moneda que a pesar de tener ya casi una década de vigencia en el mundo, recién está comenzando a ser conocida en nuestro país.

A la natural confusión a la que se prestó lo novedoso del “instrumento del delito”, se sumó la reacción oficial de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), que a través de su directora Ejecutiva tomó cartas en el asunto. Lo primero que hizo fue anunciar campañas informativas en las principales capitales del país y ciudades intermedias, como en el Chapare, El Alto, donde se detectó la mayor parte de los casos, de modo que la gente, al estar bien informada, no sea fácil víctima de los estafadores.

Lamentablemente, esa buena intención fue desvirtuada porque lejos de contribuir a una mejor comprensión de conceptos tan actuales como “moneda virtual”, “dinero electrónico”, lo que hizo fue multiplicar la confusión, la desinformación y puso en evidencia que el Gobierno nacional está muy lejos de comprender la naturaleza e importancia de los vertiginosos cambios que están produciéndose en el mundo actual como directa consecuencia de la revolución tecnológica. Algo muy grave porque esa incomprensión impide una adecuada adaptación y, como es bien sabido, los países, así como las empresas o personas que no sepan asimilar los retos que plantean las nuevas tecnologías se ponen en desventaja y se condenan a la marginalidad.

El tema de las monedas virtuales —entre las que se destaca el Bitcoin— no es nada simple, como lo reconocen los más renombrados expertos en materia económica, legal, informática y policial, pues en todo el mundo está revolucionando la forma de realizar transacciones económicas pero también de cometer delitos. Por eso, son cada vez mayores los esfuerzos que se hacen para abordar el asunto con la seriedad que merece. Y eso no es, ni mucho menos, lo que muestra la ASFI.