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sábado, 15 de diciembre de 2012

Demetrio Reynolds escritor y pedagogo se refiere a una justicia intervenida por la mafia, a tiempo que se refiere a los abogados con "permiso para matar" con sus propios esbirros armados hasta los dientes, camouflados, uniformados o sea policías de élite. los que actuaron en hotel Las América en Chaparina su poder "viene del Palacio" convertido en tribunal inquisitivo, sumario y ejecutivo.

Intervenida y manipulada peor que ayer. Aquella que se representaba en la figura de una mujer con los ojos vendados y una balanza en la mano, ya no existe. Ahora funciona según quien la manda o quien le paga. A esa situación catastrófica se ha llegado. El mal no es de ahora, sí; pero su agravamiento es de estos años. De los hechos se desprende la verdad.

Los asesores en los ministerios de la Presidencia y de Gobierno actuaban como mafia organizada; los mismos abogados tenían a su cargo las cuestiones derivadas del terrorismo en el hotel Las Américas y la masacre en Chaparina. No se sabe quién les facilitó el acceso, pero eran funcionarios antiguos. Su extraordinario  poder  demuestra que gozaban de absoluta confianza, no sólo de la  cúpula del poder central sino de todo el aparato administrativo estatal. “El Palacio de Gobierno mandaba a los abogados”

No es raro que el azar ayude a descubrir. Sean Peen, además de merecer una gran acogida presidencial, fue nombrado embajador  para una misión especial en Estados Unidos. En esa circunstancia escucha un desesperado clamor de justicia. Hace 18 meses está encarcelado el norteamericano Jacob Ostreicher. Sin comprobarle nada, lo despojaron de sus bienes. “Con mi arroz se han hecho millonarios”. Está enfermo y no le permitieron siquiera que su esposa le asistiera. Los personajes de espectáculo son portadores de publicidad; el actor expone el caso ante la prensa y el ovillo se desenreda para mostrar un escándalo de película.

Ciegos y sordos los ministros, no advirtieron lo que pasaba a su alrededor. Los llamados “servicios de inteligencia” o no eran tales o estaban al servicio de la corrupción. En Pando 33 camiones de contrabando se esfumaron misteriosamente; un jefe de inteligencia antinarcóticos exportaba droga a los EEUU; el vicepresidente no suelta el secreto de quien ordenó la masacre de Chaparina; en fin,  los muertos de la Calancha y Caranavi todavía claman justicia. Son hechos que trasuntan en sus características y su origen la misma factura. No son eslabones sueltos. Sin las condiciones permisivas no habrían ocurrido.

Hay otros indicadores. La vigencia relativa de la CPE: Para mis amigos todo; para mis enemigos la ley”. El  poder omnímodo de los “dos tercios” condujo al totalitarismo; el sometimiento del Órgano Judicial se operó con ese mismo recurso. En economía, la contratación directa fomentó la irregularidad encubierta, lo mismo que la discrecional entrega de cheques. El interinato y la designación a dedo hicieron tabla rasa de la institucionalidad. Igual que cuando Banzer, hoy se prefiere un gramo de lealtad política a una tonelada de talento profesional.

Pero lo grave  es que se desconozca esa realidad. Se actúa bajo la suposición de que,  excepto ellos, todos son oligofrénicos o idiotas; creen que los males vienen de fuera sólo para perjudicar el “proceso de cambio” y la imagen del Presidente. Con esa visión, el gobierno pasa por todo y  no le pasa nada. La reelección parece ser un hecho. La “estrategia envolvente” va cobrando efectividad sin contrapeso.

El autor es pedagogo y escritor.

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